miércoles, agosto 17, 2005

Ceño fruncido


¡No puede ser!

Ya estaría bueno de que a todos los jovencitos (y los no tanto), los dejaran en paz con sus trabajos y proyecciones. Jefes descriteriados. Lo único que saben hacer es pisotear a los "subordinados" y volverse cada vez más rico a costa del trabajo sudoroso en ocasiones de los pobres jovencitos.
Ahí estaba la señorita seria de más allá. Pero en este momento ella no es la importante (pocas veces asume protagonismo). El asunto es que ya las manos del jefe estaban ansiosas por conseguir todo el respaldo, dinero, regalos, merchandising y premios posibles, porque ¡claro!, él era el que mandaba en el cuartucho y sólo eso era aliciente para ganarlo todo.
Los jovencitos caminaban como ganando espacio con las miradas ya lánguidas por tanta labor. En el rebaño tecnológico, los ojos se cruzaban de reojo, y el sudor caía en goterones gruesos y aceitosos. Mucho trabajo, poco dinero.
¿Dinero?. Todos los "tantos" de cada mes (no son los fines), los jovencitos hacían fila para obtener las monedas correspondientes a su esforzado trabajo.
Algunos recibían tres monedas, otros cinco y el jovencito con más categoría recibía un puñado más grande, pero no lo suficiente para vivir solo.
¡Ya déjelos en paz señor grande!. ¿O es acaso que no ve que ellos lo odian?. Pregunte por las calles, vaya a instituciones, consulte en los bancos, al contador. No existe.
Señor grande: tenga compasión por los jovencitos y los no tanto. Ellos quieres subir por la montaña del éxito (supongo), déjelos. No los pisotee más.

1 comentario:

Oscar Flores dijo...

Odio a mis jefes, pero me olvido de todo si me pagan bien!!!