La red emocional
Tranquila sobre el computador. De pronto veo que ella "ha iniciado sesión". En cuanto veo la bendita ventana aparecer, mi estómago se revuelve. No sé si es de nerviosismo o qué. No creo, es imposible que sea de repulsión. Jamás.
Como no veo aparecer su nombre con algún mensaje para mí, decido enviar uno yo, con un "hola". Siempre soy la que empieza la charla. ¿Problemas con la tecnología?. No creo.
Y ahí estamos. Reunidas por un maldito cable que une nuestras conversaciones, ya que ni siquiera existe ahora un número telefónico que traiga su voz (todo gracias a la persecusión, la paranoia).
Conversaciones parcas, sin mucho contexto, sólo por cumplir creo que ocasiones. ¿Querrá hablarme en realidad?. Plata de por medio.
¿Y qué pasará cuando las hojas del calendario terminen de caer?. ¿Terminaremos en un constante ir y venir de insultos tal como el teléfono reveló hace meses?.
Intranquila sobre el computador espero a que me escriba un mensaje amable. De amor. De amor con sangre.
- y... ¿pintaron la casa?
- Aún no. El presupuesto está muy, pero muy malo.
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