jueves, agosto 04, 2005

De instrumentos y maestría (personal stuff)


Al bajista con amor

No tengo idea de qué es el metal, sus orígenes, precursores y cuánta cosa pueda existir de aquel tipo de música que tanto escuchan (sobre todos los hombres). Sin embargo, puedo ver cómo vibra cuando John Myung vuelca su sabiduría musical sobre el bajo. De seis cuerdas, de cinco cuerdas, Yamaha, con mastil atornillado, de madera, de lana, de fierro... ahí está tocando en una presentación que hizo el grupo Dream Theater cuando visitó Japón en un dvd que (hay que decirlo) costó más de un exabrupto para sacarlo adelante.
Pero veo como vibra. Como la sonrisa se apodera de sus exquisitos labios cuando observa cada movimiento de dedos que hace el artista al igual que el resto del grupo. Con movimientos sutiles sacude su cabeza, muy despacio como para llevar el ritmo y no despertar mis sueños que se vieron interrumpidos dulcemente por sus comentarios de ¡cómo lo hace!, ¡genial!, entre otras alabanzas hacia el resto de los integrantes del teatro del drama.
Giro mi cabeza y ahí están entre luces aplausos y gritos de los poco enfervorizados japoneses (quizás están muy estresados como para volar). No tengo idea de quienes son, de dónde vienen y difícilmente podría hacer un comentario colocando en mi discurso palabras como samplers, riffs, bases, "wuawuas" y no sé qué otros tecnicismos que por ahora sólo él conoce.
Veo como vibras con cada paso que da la música. Cada imagen es para ti un regalo y una enseñanza para el después/mañana. Te veo vibrar con algo que te apasiona y eso es... realmente... un regalo para mí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta como has descrito al introvertido y genial Myung, ni él mismo lo habria echo mejor.

A mi tambien me encanta este músico, y a la hora de tocar el bajo me he inspirado un poco en él, tambien de otros, pero sobretodo de él.
Cuando interpreto mi bajo se nota un poco de su huella en mi alma de músico, algunos pensarian que es copiar, pero otros, los más atentos, se darán cuenta que es un amor que no se puede negar y del que se intenta sacar provecho para que no duela el sentirte y saber, de sobra, lo mucho que queda aún por comprender la música solo como sus oidos y mente enfocan.

Si esas personas no supieron volar en aquel momento, se perdieron un vuelo que solo se permite en cada concierto de Dream Theater. En lugar de construirnos muros y pensar que son culpa de manos ajenas, deberiamos volar sin más con esas alas que nos otorga la imaginación y disfrutar de los sueños que solo la música puede expresarnos.

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