La noche en que soñé
Es hora de dormir. La noche ya ha cubierto gran parte de la ciudad y las estrellas titilan fulminantes sobre nuestros rostros adormilados después de un día infantil, pero encantador.
Él se recuesta a su lado sin pensar en nada. Sus ojos se van cerrando y ella acompaña la somnolienta historia apoyando cada centímetro de su ser junto a la de su alma.
La televisión no tiene nada más que decir. En la radio la música que transita por las estaciones es amiga de los discotequeros y las revistas, libros y demases no tienen la suficiente fuerza como para hacernos abrir los ojos.
- ¿Tú crees que...?
- Sí. Duerme.
Soñé que me atrapaban. Iba escapando de dios sabe qué y de pronto el gobernador de la "Happy Land" me tiraba de las orejas como si de un castigo escolar se tratara.
- Sabes que esas no son las reglas de este pueblo. Es de muy mal gusto. ¡Qué pensarán nuestros vecinos!.
Yo no tenía nada qué decir. Si al final las reglas se habían dejado atrás, pero ¿alguna vez me las mencionaron?.
Mientras él apoyaba el brazo en su espalda, la adormilada situación fue traspasando la realidad. El sueño intenso se apoderó de las existencias. Los palpitantes corazones dieron paso a la profundidad del ocaso y las estrellas nuevamente titilaron alrededor de la función sin saber que trangredian las reglas.
Es hora de dormir. La noche ya ha cubierto gran parte de la ciudad y las estrellas titilan fulminantes sobre nuestros rostros adormilados después de un día infantil, pero encantador.
Él se recuesta a su lado sin pensar en nada. Sus ojos se van cerrando y ella acompaña la somnolienta historia apoyando cada centímetro de su ser junto a la de su alma.
La televisión no tiene nada más que decir. En la radio la música que transita por las estaciones es amiga de los discotequeros y las revistas, libros y demases no tienen la suficiente fuerza como para hacernos abrir los ojos.
- ¿Tú crees que...?
- Sí. Duerme.
Soñé que me atrapaban. Iba escapando de dios sabe qué y de pronto el gobernador de la "Happy Land" me tiraba de las orejas como si de un castigo escolar se tratara.
- Sabes que esas no son las reglas de este pueblo. Es de muy mal gusto. ¡Qué pensarán nuestros vecinos!.
Yo no tenía nada qué decir. Si al final las reglas se habían dejado atrás, pero ¿alguna vez me las mencionaron?.
Mientras él apoyaba el brazo en su espalda, la adormilada situación fue traspasando la realidad. El sueño intenso se apoderó de las existencias. Los palpitantes corazones dieron paso a la profundidad del ocaso y las estrellas nuevamente titilaron alrededor de la función sin saber que trangredian las reglas.
- ¿Tú crees que...?
- Sí. Duerme. Duerme tranquilo.
Pd: "Satélites y Estrellas" es el nombre de un cortometraje realizado, entre otras personas, por una de las buenas amigas.
3 comentarios:
huy!... que tempo sin pasar por aquí, cuanta agua qu ha pasado por el rio, jaj... bueno, mis excusas... del sueño, bueno, creo que es lo mejor, no por el echo de dormir, sino por el sueño mismo, que cosa más genial, inclusive las pesadillas!!
Saludos!!:D
JCM
Sabes, esto de estar ultra enfermo te permite pescar un buen libro y devorártelo. Estoy leyendo las "uvas de la ira" de John Steinbeck y estoy maravillado. Es un libro excelente.
Concuerdo contigo con eso de sentirse "outsider" respecto al mundo "cool". Me pasa a menudo...
- Y qué más da lo que piensen los vecinos? Las reglas se hicieron para romperlas.
Besitos. Ya me encuentro mejor.
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