"El cine es como mi amante"
Para acceder a él, hay que tener un buen estado físico. En la quebrada Uribe, sector centro – alto de Antofagasta, vive un hombre que hizo mucho por las salas de cine en la ciudad y que como algunos personajes emblemáticos, sólo es recordado para fechas especiales y para que ciertas autoridades se vanaglorien de sus actos por la ciudad.
Su nombre es Federico Zeidler Naranjo. ¿Les suena?. Pues este hombre de 69 años, fue quien pintó todos los carteles que anunciaban los estrenos en los cines de la ciudad.
Como suele suceder en nuestro país, quienes hacen algo realmente interesante por la cultura, no aparecen frecuentemente en los medios, ni son reconocidos por su desempeño y trayectoria. Así le sucede a don Federico, quien al cierre del cine Nacional, última sala en bajar las cortinas, quedó sin empleo y sólo acompañado de una mísera pensión que fue recortada de súbito, al igual que su carrera.
Ya a los ocho, nueve años estaba metido en el cine de Vicuña. Mi padre era un alemán que se vino a Chile después de la segunda guerra mundial y allá conoció a mi madre. Allí nací yo, en Punitaqui.
Después de caminar fatigados por el sol y lo empinado de la calle, Zeidler abre las puertas de su humilde hogar, una casa con rejas blancas de las cuales cuelga un cartel que dice: "Se hacen carteles a pedido".
Don Federico habla con alegría de esos tiempos. Ya en 1945 estaba ayudando a pintar carteles en el foyer del cine de Vicuña. Dice que todo esto fue gracias a su perseverancia y el apoyo del administrador de aquella sala, quien le encomendaba tareas que gustoso aceptaba.
Reconocido como autodidacta, este artista dejó sus estudios a los trece años y se dedicó a pintar. "Aprendí mirando" recalca y manifiesta que el sueldo lo hacía pintando afiches que le valieron su primer contrato ya a los quince años.
Durante la década de los cincuenta, lo trasladaron a Antofagasta en donde lo habían solicitado para hacer los carteles en los cines de la Segunda Región.
Antofagasta fue un gran cambio. Habían más salas y el trabajo se hizo más pesado. Al principio comencé pintando los cartelones en forma vertical. Se manchaba todo, se corría la pintura. Lloré harto en esa época.
Luego de aprender nuevas técnicas como el pintar sobre una base de arpillera, la que absorbiera de mejor manera la pintura, Zeidler hacía su trabajo de tal manera que se encerraba por horas en los cines hasta terminar sus tan apreciados cartelones.
Perdí una guagüita, al Claudito (...). A veces pienso que fue mi culpa. Pasaba tanto tiempo en el cine que descuidé muchas cosas, hasta mi familia la dejé botada por mi trabajo. Me enamoré del cine.
Es tan asombroso ver cómo don Federico realizaba su trabajo que es inédito el constatar el que nunca haya sufrido enfermedades a la espalda ni al sistema respiratorio, sino hasta el término de su oficio.
Sus instrumentos de trabajo fueron sus manos, las pinturas y las latas y cartones en donde dibujaba, ya sea a mano alzada como es el caso de los dibujos animados, como también cuadriculando la hoja cada vez que hacía retratos más difíciles y elaborados.
2001 fue el año en que pintó su último afiche. Con el cierre del cine Nacional, se cerró también un capítulo importante de su vida, el que quedó sellado con nueve millones de pesos en indemnización, los que luego se convertirían en cuotas mensuales que no le ayudaron a sopesar la tristeza de haber perdido lo que más quería.
El cine Nacional cerró el 28 de enero del año 2003. Yo trabajé hasta el 2001. Después de cincuenta años de trabajo y de más de mil carteles pintados, pienso que en algo contribuí a la cultura.
Sobre la mesa, coloca en orden cronológico las diferentes fotografías de sus trabajos. "Barbarella", "Zorba el griego", "Cantinflas", "Zulu", "El abogado del diablo", entre otras se pueden ver tan nítidas como los recuerdos de este hombre, quien ahora tiene en su curriculum, el mural pintado en la Escuela Japón y los pedidos especiales que citan: "Hoy hay pan".
Para acceder a él, hay que tener un buen estado físico. En la quebrada Uribe, sector centro – alto de Antofagasta, vive un hombre que hizo mucho por las salas de cine en la ciudad y que como algunos personajes emblemáticos, sólo es recordado para fechas especiales y para que ciertas autoridades se vanaglorien de sus actos por la ciudad.
Su nombre es Federico Zeidler Naranjo. ¿Les suena?. Pues este hombre de 69 años, fue quien pintó todos los carteles que anunciaban los estrenos en los cines de la ciudad.
Como suele suceder en nuestro país, quienes hacen algo realmente interesante por la cultura, no aparecen frecuentemente en los medios, ni son reconocidos por su desempeño y trayectoria. Así le sucede a don Federico, quien al cierre del cine Nacional, última sala en bajar las cortinas, quedó sin empleo y sólo acompañado de una mísera pensión que fue recortada de súbito, al igual que su carrera.
Ya a los ocho, nueve años estaba metido en el cine de Vicuña. Mi padre era un alemán que se vino a Chile después de la segunda guerra mundial y allá conoció a mi madre. Allí nací yo, en Punitaqui.
Después de caminar fatigados por el sol y lo empinado de la calle, Zeidler abre las puertas de su humilde hogar, una casa con rejas blancas de las cuales cuelga un cartel que dice: "Se hacen carteles a pedido".
Don Federico habla con alegría de esos tiempos. Ya en 1945 estaba ayudando a pintar carteles en el foyer del cine de Vicuña. Dice que todo esto fue gracias a su perseverancia y el apoyo del administrador de aquella sala, quien le encomendaba tareas que gustoso aceptaba.
Reconocido como autodidacta, este artista dejó sus estudios a los trece años y se dedicó a pintar. "Aprendí mirando" recalca y manifiesta que el sueldo lo hacía pintando afiches que le valieron su primer contrato ya a los quince años.
Durante la década de los cincuenta, lo trasladaron a Antofagasta en donde lo habían solicitado para hacer los carteles en los cines de la Segunda Región.
Antofagasta fue un gran cambio. Habían más salas y el trabajo se hizo más pesado. Al principio comencé pintando los cartelones en forma vertical. Se manchaba todo, se corría la pintura. Lloré harto en esa época.
Luego de aprender nuevas técnicas como el pintar sobre una base de arpillera, la que absorbiera de mejor manera la pintura, Zeidler hacía su trabajo de tal manera que se encerraba por horas en los cines hasta terminar sus tan apreciados cartelones.
Perdí una guagüita, al Claudito (...). A veces pienso que fue mi culpa. Pasaba tanto tiempo en el cine que descuidé muchas cosas, hasta mi familia la dejé botada por mi trabajo. Me enamoré del cine.
Es tan asombroso ver cómo don Federico realizaba su trabajo que es inédito el constatar el que nunca haya sufrido enfermedades a la espalda ni al sistema respiratorio, sino hasta el término de su oficio.
Sus instrumentos de trabajo fueron sus manos, las pinturas y las latas y cartones en donde dibujaba, ya sea a mano alzada como es el caso de los dibujos animados, como también cuadriculando la hoja cada vez que hacía retratos más difíciles y elaborados.
2001 fue el año en que pintó su último afiche. Con el cierre del cine Nacional, se cerró también un capítulo importante de su vida, el que quedó sellado con nueve millones de pesos en indemnización, los que luego se convertirían en cuotas mensuales que no le ayudaron a sopesar la tristeza de haber perdido lo que más quería.
El cine Nacional cerró el 28 de enero del año 2003. Yo trabajé hasta el 2001. Después de cincuenta años de trabajo y de más de mil carteles pintados, pienso que en algo contribuí a la cultura.
Sobre la mesa, coloca en orden cronológico las diferentes fotografías de sus trabajos. "Barbarella", "Zorba el griego", "Cantinflas", "Zulu", "El abogado del diablo", entre otras se pueden ver tan nítidas como los recuerdos de este hombre, quien ahora tiene en su curriculum, el mural pintado en la Escuela Japón y los pedidos especiales que citan: "Hoy hay pan".
After that: este es un extracto de mi reportaje de título que aún no termino. Espero que les guste, después de todo, con esto me dan el título de Periodista.
6 comentarios:
Muy bien Carla, como siempre.
Puchas, ya me hiciste ponerme nervioso por el trabajo de título.
Un dato interesante (que no creo que pueda ir en el trabajO) es si este caballero aún conserva estas pinturas y si las vende... yo demás compraría una pintura de algún clásico del cine.
Saludos
Está genial, emociona sind ejar de ser objetivo...un 7 para tí.
Si el cine es tu amante, a mi también me ha seducido, me hace el amor en la oscuridad con un rayo de luz sobre nosotros.
Saludos.
Bonita historia. Una lastima que no nos llegue cine de vuestro pais a este lado del charco =(
Por cierto... felicidades por tu titulo!! Lo harás genial!
Viddeara:
no se como lleguè a este espacio. tal vez por el sitio de percy. emociòn me mande al ver que tambièn conociste a mister zed. yo lo entrevisté cuando estaba en la universidad. el es todo un mago. gran valor. buena nota.
felicitaciones.
visitame cuando quieras.
http://contracontreras.blogspot.com
Gran parte de los miercoles en la tarde de mi adolescencia las gaste metido en el cine nacional, siempre me pregunte quien era el genio detras de los carteles ?
Una fortuna haber llegado por casualidad a este post.
Saludos.
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