lunes, julio 25, 2005

Por presa I


Tropezas, caer, permanecer. (Parte I)
Antes de leer: este texto concursó bajo los ojos del señor Jorge Edwards en 2000... no ganó (a los 19)
En ese instante me sentí dentro de un gran abismo, uno muy profundo, en donde nadie podría ni siquiera atreverse a mirar, ya que el negro intenso que se suponía se vería desde arriba era simplemente aterrador. Mi cuerpo estaba agotado, sentía un cansancio tremendo, mis articulaciones sólo atinaban a apuntar todas hacia abajo, lánguidas así como un viejo muñeco de trapo que ya no tiene ganas de jugar. Sólo quería descansar. En muchas ocasiones intenté mirar hacia arriba en busca de cualquier cosa, aunque fuera estúpida, pero por lo menos me diera una posibilidad de saber que había algo más allá arriba que simple vida. Traté de aferrarme a cualquier cosa: a mis costumbres, a mis ideales, a mi fe, a una piedra..., sin embargo, nada era satisfactorio, todo era inútil. Sentía ese ahogo, esa angustia que a ratos me hacía casi imposible continuar respirando, y que por ende me obligaba a rasgar mi piel, de la cual comenzó a salir un extraño líquido rojo ¿qué habrá sido?, aún no lo puedo descifrar. Si tuviera que describir el estado en que estaba, se me haría muy difícil, pero lo que más se asemeja a como me sentía, era a un rollo de cartulina después de una disertación: olvidada, botada, dejada de lado, inservible... ya nadie me necesitaba. Quizás es fácil entender mi situación, pero ¿vivirla?. vivir en ese estado y durante tanto tiempo no es nada fácil y sobre todo si se está acostumbrada a ser algo más que individuo e incluso algo más que persona.
Estaba atada a todo. De mis pies brotaban raíces, las cuales se entretejían en el suelo y formaba una gran red que era imposible de desatar. Ahogo, ahogo y más ahogo, era todo lo que expresaba mi cara... . ¡¡¡Mi cara!!!, ¿en dónde está mi cara?. Nadie podría imaginarse como es de absurdo no saber en donde dejé mi rostro..., ¡¡¡pero si yo lo vi hace un segundo!!!,
estaba a mi lado, no en mí, sino más bien junto a mí. Sentía como uno de mis
ojos, el derecho, me miraba incansablemente, y para peor lo hacía de "reojo". Sin embargo, mi cuerpo podía percibir fácilmente como el órgani izquierdo no me dirigía "mirada" alguna, al contrario, todo lo que enfocaba era hacia el suelo.
A pesar de todo, me quedaba todavía un mínimo porcentaje de tranquilidad al sentirme aún dueña de la clavícula para abajo, pero de qué "rayos" servía... ¿"DE QUÉ RAYOS"?, ¿y esa expresión sacada de película?. Ya no sé ni qué pensar ahora que no tengo cerebro... quizás nunca lo tuve y ahora sólo pretendo haber perdido algo de inteligencia y capacidad para decir cosas coherentes. Me conformo con no tener ambas cosas, pero por ningún motivo me alegraría de comenzar a mencionar palabras como "cáspitas", "recórcholis" o "huichichiu".
¿Qué está pasando?, ¿por qué mis pies se están desprendiendo de mis tobillos?. Quizás quieran emprender un viaje hacia cualquier lado menos en dirección a mí... sí quizás eso sea. Pero, ¿qué motivos tendrían para alejarse de tan lindas piernas?. ¡Ja!, recuerdo que una vez... .No, eso no viene al caso. La cuestión es que mis pies ya no me acompañan, es más, ellos sí pueden escalar por la inmensa montaña que forma el abismo ¿ y por qué yo no?. Ahora no hay más remedio que arrastrarme y tratar de tantear el terreno por donde voy pasando. No tengo noción
ni del tiempo ni del espacio. No tengo cerebro, tampoco instintos. Soy sólo un pedazo de carne inservible. Y si soy sólo eso ¿por qué aún tengo ganas de arrastrarme?. Lo único que me hace inmensamente feliz en este instante es sentir mis manos, ambas con cinco dedos (aún). Agradezco no tener en estos momentos ganas de comer, ya que a pesar de no tener boca, aún tengo estómago y el hambre en muchas ocasiones es incontrolable.

3 comentarios:

Oscar Flores dijo...

Es aquel estilo... tan inconfundiblemente de Carla el que leí hace unos segundos. La duda de existencia siempre es detonada por algo. Esas ganas de yacer como un detalle en el camino de los seres humanos y simplemente ser (el hambre... la única forma de vida).
Deja huella tu relato en mi persona. Muchas veces me sentí de la misma forma. Ahora me pregunto ¿valió la pena?

Viddeara dijo...

¿Qué es realmente dejar huella en otra persona?.
Siempre he creído que no dejo huellas sino más bien recuerdos (si es que).
Gracias por tus palabras. Sé que son más que eso.

Anónimo dijo...

"Esas ganas de yacer como un detalle en el camino de los seres humanos y simplemente ser (el hambre... la única forma de vida)."
Eres patético(a) mucha literatura barata