Un ciclo de nunca acabar
Una y otra vez se suceden los acontecimientos.
Se disfrazan de árboles, de rocas y de arenilla.
No obstante, siguen siendo los mismos sucesos quienes como en una escalera mecánica suben y bajan sin tener piedad de nosotros.
Viajan en un tren bala y se presentan ante nuestras pupilas.
Luego, se insertan dentro de nosotros como unos viles parásitos.
Chupan nuestra sangre hasta dejarnos agotados.
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Las palabras se condensan y salen desde los dedos como disparadas desde el fondo de mis pies.
Foto: Sergio Larraín
Una y otra vez se suceden los acontecimientos.
Se disfrazan de árboles, de rocas y de arenilla.
No obstante, siguen siendo los mismos sucesos quienes como en una escalera mecánica suben y bajan sin tener piedad de nosotros.
Viajan en un tren bala y se presentan ante nuestras pupilas.
Luego, se insertan dentro de nosotros como unos viles parásitos.
Chupan nuestra sangre hasta dejarnos agotados.
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Las palabras se condensan y salen desde los dedos como disparadas desde el fondo de mis pies.
Foto: Sergio Larraín