Si no es una cosa, es la otra. Qué dinero ni que tiempo menos, la cosa se explica fácilmente con el hastío que se tiene al ver la cara de algunas personas que simplemente lo detestan, porque ésa al parecer es la realidad.
Una vez se sintió alegre por la situación que estaba viviendo. Ahora, pareciera que de sus ojos cayeran lágrimas constantes y esto siempre es al ver cómo otros lanzan mensajes subliminales contra sus decisiones, sus alternativas y su laborar.
Pensó incluso que no pertenecía a ninguno de los lugares que se le presentaban como abanico. Sin embargo, se dio cuenta rápidamente que él era el de la buena idea y el resto el que no comprendía - aún a estas alturas - la gracia con la cual intentaba ayudar.
¿Qué hacer cuándo todo indica que se estaban aprovechando de él? Hay formas y formas de pedir las cosas y ahora que tenía la posibilidad, la ayuda de convirtió en deber mientras otros se rascan la panza felices de la vida.
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